Dato Curioso ¿Sabias qué El túnel de Pueblo Viejo? Es una recopilación de Mitos, Cuentos y Leyendas de Huehuetenango

El túnel de Pueblo Viejo
 
Cuentan que hace muchos años, vivió en lo que es hoy Aldea Pueblo Viejo de Malacatancito, Huehuetenango, una tribu que se instaló en ese lugar. Este lugar está separado de otros cerros por un inmenso barranco. Cuentan que en el otro lado vivía un señor muy grande, que de un paso era capaz de cruzar varios cerros; este señor tenía un gran poder por su tamaño, además permanecía despierto y con fogata de día y de noche.
En varias oportunidades los habitantes de la tribu se quedaron sin fuego, pero como el señor del otro lado siempre mantenía fuego, mandaron a los niños a traer fuego donde el señor, una y otra vez; los papás de los niños les decían vayan otra vez a traer fuego y se llevan unos pedazos de carne para el señor, para que no diga nada por la molestia que le causamos. Así se hacía siempre, este señor probó la carne y la sintió rica, entonces se le ocurrió que podía ser carne de gente. Fue así como niño que llegaba a traer fuego, niño que se desaparecía, y así seguió la historia y los niños ya no regresarban a la casa.
Después se le ocurrió decir: “para tener más posibilidades de comerme a los grandes, voy a poner un puente sobre el barranco”. Así fue como trajo cargado un cerro muy grande y lo colocó sobre el barranco, fue así como quedó el puente natural y por supuesto el túnel de Pueblo Viejo.
Cuentan que este señor pudo haberse comido buena parte de los que formaban la tribu.
En la actualidad, es visible lo que cuenta la historia, pues está el cerro que mide como un kilómetro de largo sobre el barranco, el túnel tiene una entrada espectacular y para atravesarlo hay que utilizar luz artificial porque su interior es muy oscuro.

Cuento "El Colibrí"

En La Libertad y Chiantla, se cuenta que había un huérfano que fue recogido por un hombre rico, quien resultó ser el dueño del cerro. El huérfano escarbaba las riquezas del señor y al destapar un cofre, salió una gran nube de humo que el dueño del cerro vio desde lejos. Regresó y castigó al huérfano por abrir sus cofres y lo echó de la casa. Dicen los Aj Yol de San Rafael Pétzal, que "el huérfano fue castigado por tocar las cosas que no le pertenecían".

Uno de los cuentos tradicionales más hermosos de Huehuetenango es el del colibrí ,que se narra en San Pedro Necta, Soloma y Concepción. Dicen que había una "patoja chula" que se sentaba en el patio de su casa con su telar de cintura a tejer. Un joven se enamoró de ella, pero no podía entrar a la casa porque el papá "era muy bravo", entonces el patojo se convirtió en colibrí; y fue así como la joven se fijó en los ojos del animal, se enamoró de él, y ya no tejía su huipil. La patoja agarró el colibrí y lo puso en una jaula, pero éste no se estaba quieto, por lo que se lo llevó a su tapexco. El colibrí se convirtió en hombre, enamoró a la mujer y se la robó. Los padres los persiguieron, pero entonces el patojo se convirtió otra vez en colibrí y se introdujo en el huipil que ella tejía y ya no salió de ahí. Por eso es que todas las mujeres jóvenes de Huehuetenango hacen colibríes en sus huipiles, para esperar al novio que algún día vendrá a sus vidas.

Cuento San Gaspar

Cada poblado de Huehuetenango tiene su propia imprenta histórica. Así, en San Gaspar Ixchil se cuenta, entre los ancianos, que en aquel tiempo San Gaspar vino a pasear a los parajes en donde se encuentra actualmente el pueblo. Al ver todo tan hermoso, se puso a pescar en el río Cuilco; entonces observó que el mismo traía semillas de chile. San Gaspar las tomó, las sembró y cosechó buen chile, por lo que el santo ya no regresó a Chiapas (México), de donde había venido y se quedó a vivir en este lugar. Los habitantes del lugar le construyeron una iglesia y San Gaspar siguió sembrando chile. Desde entonces ese pueblo se llama San Gaspar Ixchil, "lugar donde nace el chile", ya que ix significa chile en idioma mam.

Leyenda "La llegada de maiz a manos Santanecas

El relato más antiguo que existe sobre el maíz*, procede de Guatemala, según lo recoge el libro sagrado de los antepasados conocido como POPOL (OL) WUJ. En él se refiere que había un lugar paradisíaco llamado Paxil y Cayalá, donde se daban abundantes frutos y las preciosas mazorcas de maíz amarillo (Q’ an nhal) y maíz blanco (Saj nhal). En este mismo documento sobre el origen de los pueblos de Guatemala, se dice que los cuatro primeros hombres fueron formados en su carne  y su sangre con maíz, lo que confirma su origen remoto. Este maravilloso y milenario grano apareció por primera vez en el mundo, en una pequeña región del actual Departamento de Huehuetenango, donde en una extensión de 10 x 20 kilómetros existen todas las protuberancias y clases de maíz que hay sobre la faz de la tierra. Esta región está delimitada precisamente por los pueblos de Santa Ana Huista, Jacaltenango, San Marcos, San Miguel Acatán, San Sebastián Coatán, Santa Eulalia, San Juan Ixcoy, Soloma, San Martín Cuchumatán y Petatán.

Leyenda Los Fantasmas Olvidados

En estos lustros brillantes de los vuelos espaciales y los avances cada vez más sorprendentes de la tecnología, pocas son las personas que aún creen en los sistros, larvas y duendes que antaño ponían su poética borra de emoción, en las encrucijadas sombrías. Hogaño nadie ha vuelto a estremecerse oyendo en alguna solitaria esquina, el escalofriante alarido de la Llorona que según la tradición, mientras más lejos se la escuchaba, era inequívoca señal de que la viuda desolada rondase mas cerca del aterrado transeúnte, a quien por tradición también, se le pegaba la lengua al paladar y se le volvían los pies de plomo. ¡Época ya olvidada de los faroles con mechero de aceite, que alumbraron las calles solitarias de mi pueblo en sus calladas noches! i Época ya preterida en que los caballeros de entonces portaban aún la esclavina, y los últimos espadachines de oficio ganaban su pan cotidiano, dando a tanto mas cuanto, lecciones de esgrima rezagadas de tres siglos enteros! El poético Huehuetenango de aquellos buenos tiempos, estaba dividido en varias zonas fantasmales, a saber: 1a. La de “El Cadejo”, que operaba en el Boquerón y las cinco Calles (ahora  6a. avenida y 7a. calle de la zona 1) y cuyo usufructo se extendía por el camino de Canshac y el Marquesote, los aledaños del Hospital General y la mitad sur del cementerio.